¿Te sumas?

Hay algunas imágenes que aparecen de manera recurrente. Entonces entiendo que hay que hacerles caso, aunque nos parezcan poco relevantes, incluso anecdóticas.

Hoy quiero traer una que me ha resonado últimamente. Una pequeña historia sobre una estatua de buda, sita en Tailandia. Se me ha aparecido en un documental sobre Joseph Campbell, el famoso mitólogo, llamado “Buscando a Joe” y en un libro fundamental del maestro de meditación y terapeuta Jack Kornfield “La sabiduría del corazón”. Paso a relatarlo.

Había una enorme estatua de buda muy venerada, aunque no tenía un gran valor artístico. Sin embargo, había resistido durante años y años las inclemencias del tiempo, los cambios de régimen y las guerras. Pero llegó un momento en que los monjes que cuidaban el templo donde se erguía advirtieron que estaba comenzando a agrietarse y que necesitaba ser reparada de nuevo. Tras un periodo que resultó ser especialmente seco y caluroso, una de las grietas se hizo tan ancha que un monje curioso se le ocurrió tomar una linterna e investigar en el interior.

Entonces, con sorpresa descubrió que un brillo aparecía ante él. Los monjes comenzaron a quitar la capa que comenzaba a desmoronarse y apareció ante ellos una imagen de oro de las más grandes y bonitas de todo el sureste asiático. Entendieron que sus antepasados la habían recubierto para protegerla de los saqueos. Cuando la limpiaron, brilló con todo su esplendor.

Si te das cuenta, esto es lo que nos pasa también a nosotros. Vamos creando una armadura, capa tras capa, para defendernos de los demás, hasta que conseguimos ocultar lo que realmente somos hasta para nosotros mismos.

Nos olvidamos de nuestra esencia. Esto nos hace vivir de prestado, con una identidad que no es la nuestra. Hasta que, en el devenir de la vida, un gran seísmo nos resquebraja, y descubrimos que somos mucho más que lo que aparentamos, descubrimos nuestro corazón. Entonces nos damos cuenta de que necesitamos encontrar la manera de ser completos y felices.

Si deseamos vivir en un momento mejor, nuestra misión no es otra que sacudirnos todo lo que no nos pertenece y abrirnos a la bondad innata. Y brillar con todo nuestro esplendor.

¿Te sumas?

Feliz día.
Gendo