Yo también prefiero estar vivo

Hoy quiero compartir un cuento. Como bien sabes, los cuentos forman parte de nuestro conocimiento transcendente. A partir de distintos símbolos, podemos conectar con nuestro inconsciente y reafirmar el sentido de nuestra vida. Hoy te traigo un cuento que aparece en “El Canto del pájaro”, un delicioso libro escrito por Tony de Mello.

 

LA TORTUGA

El emperador de China oyó hablar de la sabiduría de un eremita que vivía en las montañas del Norte y envió a él mensajeros para ofrecerle el cargo de Primer Ministro del reino.

Al cabo de muchos días de viaje, llegaron allá los mensajeros y encontraron al eremita medio desnudo, sentado sobre una roca y enfrascado en la pesca. Al principio dudaron de que pudiera ser aquél el hombre a quien en tan alto concepto tenía el emperador, pero, tras inquirir en la aldea cercana, se convencieron de que realmente se trataba de él. De modo que se presentaron en la ribera del río y le llamaron con sumo respeto.

El eremita caminó por el agua hasta la orilla, recibió los ricos presentes de los mensajeros y escuchó su extraña petición. Cuando, al fin, comprendió que el emperador le requería a él, al eremita, para ser Primer Ministro del reino, echó la cabeza atrás y estalló en carcajadas. Y una vez que consiguió refrenar sus risas, dijo a los desconcertados mensajeros: «¿Veis aquella tortuga, como mueve su cola en el estiércol?».

«Sí, venerable señor», respondieron los mensajeros.

«Pues bien, decidme: ¿es cierto que cada día se reúne la corte del emperador en la capilla real para rendir homenaje a una tortuga disecada que se halla encerrada encima del altar mayor, una tortuga divina cuyo caparazón está incrustado de diamantes, rubíes y otras piedras preciosas?».

«Sí, es cierto, honorable señor», dijeron los mensajeros.

«Pues bien, ¿pensáis que aquel pobre bicho que mueve su cola en el estiércol podría reemplazar a la divina tortuga?».

«No, venerable señor», respondieron los mensajeros.

«Entonces id a decir al emperador que tampoco yo puedo. Prefiero mil veces estar vivo entre estas montañas que muerto en su palacio. Porque nadie puede vivir en un palacio y estar vivo».

 

¿Cuántos de nosotros seríamos incapaces de rechazar todos los oropeles si se nos presentan y tener una vida sencilla? ¿Cuántos años de nuestra vida hemos dedicado a adorar el caparazón de la tortuga creyendo que es lo más sagrado que existe?

Feliz día.

Gendo