Mi Felicidad

Me siento muy contento y a la vez, un escalofrío recorre mi espalda. He descubierto que mi anhelo de ser feliz no es tan limitado como creía. La mayoría creemos que viene dada (la felicidad) por un puesto social elevado, admiración y cariño de los que me conocen. Es nuestra trampa. Y en ella caemos todos.

Son metas tan pequeñas que a la larga no pueden cubrir nuestras expectativas. Mientras intento conseguirlas, estoy en plena lucha, cuando las alcanzo, siento un gran vacío. Tiene que haber algo más, lo presiento.

En consecuencia, me decidí dejarme llevar por la intuición y me puse en marcha en un camino desconocido. ¡El anhelo era tan fuerte!
Anhelo de encontrar mi esencia, abrir mi consciencia a la conexión con lo real. Anhelo para abrirme a un espacio donde no hay ni yo ni tú y percibir la interconexión de las cosas como lo que da plenitud y sentido a mi vida.

Tomo consciencia que antes de que aparezcan los pensamientos está la Vida. Cuando aparecen queda sólo la interpretación de esta. Es soltar la parte para quedarme con el Todo, no identificarme con lo parcial para fundirme en lo Indeterminado, en lo Inmenso. La plenitud lleva implícita la felicidad. Todos los poros de mi ser laten al unísono con el Todo, aunque no lo reconozca. Siempre ha sido así y seguirá siéndolo. Había un tiempo en que me percataba, otro en el que sencillamente lo intuía. Ha sido parte de mi camino.

Partiendo de lo separado, de los opuestos, llego a la Unidad. Entonces desaparece la inquietud, la angustia, el miedo y todos aquellos obstáculos que me impedían ser feliz.

Releído lo escrito hasta aquí, el escalofrío se intensifica. No. No he tomado nada, sólo un té con galletas. Estoy ante un umbral y todo mi cuerpo se estremece.

Seguimos. Muchas gracias por estar ahí.

Gendo