Recuerdos

Estos días he recordado a Siddharta, el príncipe de la novela de Hermann Hesse, que fue su excusa para revelarnos de dónde y cómo surge la práctica espiritual, la búsqueda de la unificación interior que tanto admiraba el escritor. Lo leí en la adolescencia y dejó una profunda huella en mí.

Como Siddharta, en estos días he vivido la muerte, la enfermedad y la decadencia a mi alrededor de una manera muy explícita. Me he sentido pequeño, sujeto a los vaivenes de la vida, observando todo ese cúmulo de emociones que se expandían dentro de mí. Me he sentido abierto en canal, pero con la tristeza suave que se genera tras la aceptación de lo inevitable. He observado también la belleza del devenir, la incomodidad de los momentos dolorosos, la suave caricia de las personas que me acompañaban en ellos, la resilencia innata que hay tras cada palpitación……

Y no sólo eso. También he contactado con la magia implícita en todos los procesos. Para ello, solo hay que permanecer vigilante, atento. Como decía Buda: “Todo está a nuestra vista o dentro de nuestro corazón; lo único que necesitamos es aprender a observar. Al observar, surge la claridad porque te vuelves más delicado, más concentrado, más enfocado. Sé sabio y observa, no hables, sólo observa y aprende.”

Cuando despertamos la conciencia, la vida se ilumina. Es el gran paso para vivir la realidad tal como es en su esencia, dejando atrás el mundo de los sueños. La ilusión que viene de todos nuestros apegos comienza a desvanecerse, a hacerse humo. Aunque durmamos, estamos despiertos, alertas, atentos. A medida que transitamos el camino, vemos que la venda se nos cae y miramos la realidad tal cual es y no en lo que parece. Nos convertimos en un ser más objetivo, no solo para nosotros, sino también para todos los que nos rodean. Sacamos ventaja de esta transformación en lo cotidiano, que es donde se plasma lo importante.

Y sobre todo, nos abrimos a gestionar la incertidumbre y el cambio con ojos amplios y limpios. La muerte, la vejez y la enfermedad forman parte fundamental de nuestra existencia, aunque nos neguemos a verlos.

Gracias a tod@s los que han dejado huella en mi vida.

Feliz día.

Gendo