¿Te desnudas?

Uno de nuestros mayores problemas es que no sabemos mostrarnos desnudos.

Hemos sido educados en una familia, en una sociedad, bajo unos parámetros culturales y religiosos. Nos hemos creado bonitos trajes a medida para ser aceptados, queridos y apoyados. ¡Hemos necesitado tantas veces cariño, aprobación, aceptación! Hemos aprendido a utilizar tan bien cada uno de esos trajes que nos hemos puesto, que ha llegado un momento que no sabemos ir sin ellos. No sabemos mostrarnos tal cual somos. Si lo hago siento vergüenza, culpa… ¿Te suena?

Todos estos trajes no son sino una gran forma de esclavitud. Nos consolamos diciéndonos que al fin y al cabo todo el mundo lleva traje, que es lo normal. Que la cualidad del ser humano, lo que nos identifica, es llevar traje. Pero esto no es así.  De hecho, siempre ha habido personas que se han zafado de todos sus disfraces y se han mostrado públicamente transparentes, sin nada de lo que avergonzarse, ni física, mental ni psicológicamente.

Es cierto que la mayoría de estas personas han llegado a ello por una pura necesidad. Hay un momento en que los trajes son tan estrechos que no queda más remedio que quitárselos. No resulta cómodo, bueno, por una parte, sí: es muy liberador desprendernos todo eso que nos aprieta. Pero, por otra, es peligroso porque sabemos que vamos a exponernos a los juicios, etiquetas y enfados de toda una masa de personas que consideran que no se puede vivir sin trajes. Si nos desnudamos, los estamos ofendiendo profundamente.

Es el precio que hay que pagar. Nuestra libertad bien vale críticas y rechazos. Estamos tomando la senda que nos lleva a nuestra libertad. Asumiendo las riendas de nuestro propio destino y esto no está bien visto, nunca está bien visto.

Éste es el camino espiritual. Suelta lo que no te sirve, suelta lo que te aprieta, suelta lo que te ancla y lánzate hacia el espacio infinito.

Y recuerda apoyarte en personas que han tomado la misma decisión que tú. Con un poco de suerte nos encontramos por el camino.

Feliz día

Gendo