Preparándonos

Las realizaciones internas no aparecen por arte de magia.

Para adquirir una experiencia profunda con las prácticas meditativas debemos cultivar ciertas condiciones internas, realizar prácticas preliminares.

Al igual que un agricultor tiene que trabajar la tierra antes de plantar las semillas, nosotros hemos de preparar nuestra mente, nuestra psique y nuestro cuerpo si queremos recoger una cosecha y que nuestra vida sea cada vez más espaciosa. Es decir, hacer trabajo terapéutico. Muchas personas que están interesadas en la meditación no comprenden la importancia de hacer terapia y no la realizan; en consecuencia, su práctica no da los frutos que esperaban. Si el agricultor no arranca las malas hierbas, ni fertilizan y riega el campo, difícilmente vá a tener una buena cosecha. Si nosotros no hacemos un trabajo previo, es difícil que nos encontremos con resultados satisfactorios.

Las prácticas preliminares cumplen 3 funciones básicas:

  • Aclarar nuestra Psique y nuestro mundo emocional, limpiar nuestros nudos principales.
  • Acumular energía, fuerza para enfrentarnos a los retos venideros.
  • Y, por último, prepararnos para recibir las bendiciones de la vida.

Solo después de haber realizado estos 3 pasos empezaremos nuestra profundización en la espiritualidad. Por tanto, todos nosotros estamos en una fase preparatoria. Purificar nuestra psique es como quitar las piedras y las malas hierbas antes de sembrar. Todos estamos contaminados por las impresiones de nuestras acciones, nuestros traumas, nuestros recuerdos y nuestros programas. En definitiva, mientras no eliminemos estos obstáculos por medio de un fuerte trabajo terapéutico no podremos dejarnos caer con amabilidad en nosotros. Eso no quiere decir que no practiquemos la meditación, muy al contrario. Necesitamos mirar hacia dentro, ver y reconocer lo que hay, aceptarlo y traspasarlo, para lo cual sentarnos en silencio es fundamental.

Además, para recibir los frutos, tenemos que fortalecernos, tomar la energía suficiente para llevar una vida más plena y coherente.

Y, por supuesto, como producto de todo este trabajo, aprender a abrirnos a recibir lo que la vida nos vaya dando como un regalo continuo y sumarnos a una felicidad que no evade el dolor ni el placer.

Feliz viaje.

Gendo